En los últimos veinticinco años, el número de mayores de 65 años en España, se ha duplicado, con lo cual podemos decir que cada vez es mayor el número de personas que pertenecen a la tercera edad, según los datos del Instituto Nacional de estadística.
Sin embargo, eso de “sentirse mayor” variará mucho dependiendo de a quién se le pregunte y, es que, la edad que marca nuestro DNI, no refleja la forma en que vivimos, la que se conoce como, la última etapa de nuestra vida. La actitud con que la afrontemos y sobre todo el estado de salud con el que la enfrentemos, son fundamentales para poder disfrutar de esta etapa con plenitud.
Mejoras en la calidad de vida
Ya no envejecemos como antes, lo hacemos de forma muy diferente. Empezando por el concepto de tercera edad: se supone que hace referencia a la última etapa de nuestra vida, que coincide con lo máximo que el ser humano puede vivir. Se puso la fecha de 65 años para marcar el comienzo de esta etapa, que solía coincidir o estar próxima a la edad de jubilación administrativa. La realidad es que las personas de 65 años de la actualidad no son comparables a las personas de la misma edad de hace unas décadas, ya que ahora se consigue vivir de manera autónoma durante más tiempo. Por eso parece que se ha colado otra etapa más, que algunos llaman cuarta edad, para agrupar a los mayores de 75 años, ya que lo de 65, más que ancianos, pueden considerarse personas mayores.
El envejecimiento activo es clave es esta etapa. Según la OMS, se trata de un “proceso por el que se optimizan las oportunidades de bienestar físico, social y mental durante toda la vida, con el objetivo de ampliar la esperanza de vida saludable, la productividad y la calidad de vida en la vejez”.
Disfrutar de la tercera edad es posible, siempre que las condiciones físicas y mentales nos acompañen, ya que existe todo un mundo lleno de posibilidades para mantenerse activo y seguir sintiéndose útil, que es el comienzo de todo. En este sentido plantearse una meta cada día, da igual que sea una gran meta o una pequeña: estudiar algo nuevo, arreglar una habitación de la casa, aprender un nuevo hobbie… es importante para sentirse animados y válidos. Y eso es esencial.
Ser consciente de los hábitos y del estilo de vida que llevamos es importante siempre, pero más si queremos disfrutar lo mejor posible de esta etapa: ejercicio, dieta y abandono de alcohol y tabaco, se hacen imprescindibles para garantizar un mejor envejecimiento. Al tratarse del grupo de población que más tiempo libre tiene, hacer actividades que les mantengan activos, física y mentalmente les ayudará a adaptarse a esta nueva etapa con ilusión y optimismo. Uno de los problemas a los que se enfrentan es el de no adaptarse a estas nuevas circunstancias que rodean su vida: el cambio de la rutina, su nuevo papel en la sociedad y las pérdidas, cada vez más frecuentes en estas edades, no deben centrar sus energías y sí deben enfocarlas en disfrutar y hacer aquello que han estado postergando por las obligaciones. Se trata de dejar de lado la actitud de generaciones pasadas, que casi, casi se quedaban encerrados en casa, esperando la muerte, y hacer una adaptación paulatina.
Sin embargo, los datos nos muestran que hay una tasa de dependencia del 27,5%, que se prevé que siga creciendo. Estas cifras dejan claro que hay una necesidad de incrementar las ayudas y los servicios de atención a la dependencia.
Cuidar de los que nos cuidaron
Ya sea de una pareja, de un familiar, o en casos de voluntariado, el día a día cuidando de una persona dependiente nos exige mucha responsabilidad y atenciones a los que no estamos familiarizados. Hoy en día contamos con la ayuda o el asesoramiento de organizaciones en las que se gestionan diferentes tipos de voluntariado y nos encontramos con muchos casos de personas mayores que tienen un buen estado de salud y que prestan servicio de voluntariado y de ese modo hacen un servicio a la sociedad. De igual manera, contar con asesoramiento profesional para las cuestiones logísticas, cuando la persona dependiente vive en casa, es muy necesario, ya que, como afirman desde Cuidaria pueden adelantarnos las soluciones a los problemas que se nos van a presentar.
Lo mismo sucede en el sentido contrario. Podemos encontrar tipos de voluntariado destinado a la compañía de personas que no tienen ningún tipo de dependencia, pero que sí que necesitan algún tipo de atención para evitar la soledad y mantener así el buen estado de la persona. Es por ello que encontramos voluntariado a personas de la tercera edad para salir de paseo, ir al teatro, conversar y de ese modo mantener un buen estado anímico.
Sin duda la soledad impuesta es el gran enemigo de la vejez. La pérdida de la persona con la que se ha compartido la vida es muy dolorosa, y verse rodeado de familia y amigos, ayuda poco a poco a dejar de lado la tristeza y a encontrar nuevos alicientes para vivir. Mantener relaciones sociales ayuda a sentirse activo y a cuidarnos. También existe la posibilidad de formar parte de diferentes grupos de mayores que se juntan para viajar juntos, realizar actividades, aprender y en definitiva conocer a gente de tu edad que tiene los mismos gustos y aficiones.
Los seres humanos, como seres sociales que somos no podemos vivir aislados, necesitamos de los otros para reconocernos en ellos y vivir plenamente, y esta etapa no iba a ser menos. Las características que rodean este momento vital hacen que, en ocasiones, estas personas sean más vulnerables y que, igual que sentimos como necesario volcarnos con los niños, cuando están comenzando a vivir, lo hagamos en este momento con ellos, porque devolver a nuestros mayores lo que han ofrecido a lo largo de su vida, más que gratitud, es de justicia.