Las molestias dentales son muy intensas, la mayoría de la población ha podido sentirlas en sus propias carnes alguna vez en su vida y hay que tomárselo como lo que es, un indicativo que te envía tu cuerpo de que hay algo en el organismo que no funciona correctamente. A día de hoy, los problemas dentales graves suelen pasar por retirar las piezas dentales y sustituirlas por otras que nos hagan volver a retomar una vida sin dolores ni complicaciones. En este sentido tenemos dos opciones en cuanto a la sustitución de piezas dentales, los implantes y/o las coronas, que adquieren gran importancia a la hora de decidir.
Hemos hablado con los expertos de Polident, ya que como clínica odontológica están comprometidos con sus pacientes, y nos comentan que se han percatado de la desinformación existente respecto a dos de los tratamientos por excelencia en su sector. Somos muchos a los que nos cuesta diferenciar entre la implantología dental y la colocación de coronas. Si bien es cierto que, la pieza dental suele denominarse corona, en cualquier caso, cada tratamiento es diferente y cuenta con una serie de aplicaciones concretas.
Resulta evidente la importancia de saber diferenciar entre ambos tratamientos y conocer un poco más detenidamente en que consiste el implante dental y que es una corona, de ese modo, será más fácil entender en que caso se debe implementar una u otra solución.
Razones como la edad, la alimentación, le bruxismo o la mala higiene bucodental, entre otros posibles malos hábitos perjudiciales para nuestra salud dental, todos no encontramos en predisposición de sufrir una pérdida, sea parcial o total, de alguna de las piezas dentales que poseemos. Aunque se trata de una situación que no tiene porque darse en el cien por cien de la población, existe tal número de casos que, los especialistas han ido concibiendo y diseñando diferentes métodos para ofrecer soluciones a este tipo de problemas dentales. Ante la pérdida de un diente o muela, los odontólogos ofrecen a sus pacientes dos alternativas tan comunes como habituales de implementar como la propia pérdida de la pieza dental: el implante dental y la corona.
Ambas soluciones, proporcionan un resultado excelente que devuelve a cada paciente las facultades estéticas y funcionales del diente afecto. No obstante, hay que tener en cuenta que cada tratamiento es completamente diferente y consiste en procurar opciones aplicables a medida de cada paciente, según lo afectado que se encuentre cada pieza dental a tratar.
Implantes dentales
En primer lugar, hablamos de la implantología dental. Este campo en particular consiste, como su nombre indica, en implantar los dientes o piezas dentales que faltan para completar la dentadura. Este tipo de tratamiento, consiste en la colocación de tornillos artificiales que se incrustan el hueso maxilar e incluso en la mandíbula del paciente. Mediante este tornillo, se sustituye la raíz natural del diente. A este tornillo, se atornilla una corona que confiere a la dentadura su aspecto natural, devolviéndole sus funciones estéticas y funcionales.
Los tornillos que se implantan en la zona maxilofacial o mandibular, consisten en un tornillo de titanio que debe ser osteointegrado y, la corona, generalmente realizada en porcelana, material que imita al diente a la perfección. Los implantes dentales se implementan en los casos en los que el paciente, presenta una perdida total y absoluta de la pieza dental, incluyendo la raíz. Es posible que se utilice este tratamiento cuando se presentan indicios de pérdida ósea o daños en la raíz del diente.
Cabe recordar que los tratamientos consistentes en implantes dentales, consisten a su vez, en incrustaciones permanentes que, a su vez, cuentan con una serie de propiedades físicas especificas que garantizan el bienestar del paciente que se somete al tratamiento. Los resultados que ofrece la implantología son inmediatos una vez finalizado el mismo. Devuelven todas las facultades estéticas y funcionales de la sonrisa y disminuyen de forma considerable la probabilidad de sufrir enfermedades comunes. Dada su fabricación con materiales biocompatibles, no producen alergia ni generan rechazo, aunque al igual que el resto de la boca, debe recibir sus cuidados. La falta de higiene dental y concretamente de los implantes, puede derivar en una periimplantitis.
El campo de la odontología ha encontrado en la implantología uno de los remedios más demandados y recomendados a la hora de devolver a la boca todo su esplendor y funcionalidad.
Coronas dentales
Aunque hemos mencionado la corona en implantología, las coronas dentales consisten en un tratamiento per se. Se trata, en este caso, de piezas artificiales que se colocan sobre la raíz del diente natural a tratar. Estas piezas, consisten en una especie de funda que recrea el aspecto natural de un diente que se colocan sobre una raíz dañada que ejerce como base para la corona. A diferencia del implante, en este caso, no se utiliza un tornillo para colocar la corona si no la parte sana de la pieza.
De forma generalizada, los odontólogos, realizan este tipo de tratamientos con coronas dentales, cuando los pacientes presentan dentadura gastada o fracturada, en caso de cubrimiento de dientes irregulares anatómicamente hablando o para proteger una pieza que se ve debilitada debido a una caries. Este tipo de tratamiento posee, a su vez, otros usos adicionales como, por ejemplo, sostener un puente dental cuando falta una pieza entre los elementos dentales.
Como diferencias significativas, los implantes dentales, poseen una durabilidad de por vida, en las mejores condiciones, en tanto que las coronas, cuentan con una vida útil más corta: entre diez y doce años. Cabe también la posibilidad de que la fijación de la corona sobre la base no resulte tan sólida como en el caso de los implantes dentales que se fijan directamente al hueso. Esto puede derivar en desplazamientos indeseados de la corona. Por otro lado, puede darse la circunstancia de que alguno de los metales con los que se fabrican las coronas pueda provocar reacciones alérgicas en el paciente, mientras que con el titanio no se producen este tipo de problemas.
No se trata de debatir cual de los dos tratamientos es mejor, si no de comprender y entender cuales son las propiedades y características de cada una de estas posibles soluciones.
Implante dental cigomático
Dentro de la implantología podemos encontrarnos con que el odontólogo nos diga que necesitamos un implante dental cigomático. Esta palabra que suena a robot del futuro, consiste en la implantación de una pieza metálica en el hueso del pómulo, a la altura de las mejillas. Este tipo de implante es que se utiliza en los tratamientos en los que el paciente carece de estructura ósea suficiente para instalar un implante dental tradicional.
Ante la pérdida de uno o más dientes, es posible que no pueda reponerse la pieza. El paso del tiempo, conlleva un desgaste en la estructura ósea que sostenía la raíz del diente. A consecuencia del mismo y ante la posibilidad de recurrir a los implantes dentales, es muy probable que el tratamiento de elección, consista en colocar un implante dental cigomático.
Al instalarse en la estructura ósea del pómulo, el tornillo de titanio debe ser de mayor longitud que el utilizado en un implante tradicional, pasando a medir entre treinta y cinco y cincuenta y cinco milímetros, según el paciente. Este tipo de tornillos, se fijan en diagonal en el hueso cigomático (este hueso da nombre al tratamiento y no un posible robot del futuro).
Una vez se instala el tornillo, el implante no afecta a la estética del rostro ni genera molestias, permitiendo a los pacientes, recuperar su estética bucal y la comodidad de su funcionalidad.
Entre las razones principales que pueden hacer al odontólogo decantarse por un implante cigomático, podemos encontrar las siguientes:
- Ausencia de estructura ósea en la arcada dentaria. Como hemos mencionado, la pérdida de un diente, conlleva un desgaste natural del hueso que anteriormente, sostenía la raíz. Al estar sin dientes, este desgaste puede verse agravado hasta atrofiar la estructura ósea de tal manera que ni el injerto óseo, sería un tratamiento eficaz.
- Pacientes que han sufrido enfermedad periodontal grave. Algunos casos pueden afectar la estructura ósea dificultando la colocación de un implante tradicional.
- Uso continuado de una dentadura postiza. El roce que genera la dentadura con la encía, puede generar un desgaste temprano de la estructura ósea. Esto ocurre generalmente, en pacientes que no se quitan la prótesis, llegando a dormir con ella. En esta situación, los implantes cigomáticos son la alternativa más eficiente para poder sustituir los dientes ya que ofrece una solución definitiva, resistente y que no requiere que se quite.
El procedimiento para colocar implantes cigomáticos, debe llevarse a cabo por un implantólogo que cuente con experiencia en la rama de la cirugía maxilofacial. Para realizar el tratamiento, ha de hacerse una pequeña cirugía con anestesia local o sedación que no debe durar mas de una o dos horas. Tras la cirugía, el paciente, sale de la clínica con los tornillos instalados correctamente y una corona provisional con función estética.
Tras un periodo de cicatrización y osteointegración de los tornillos, entre dos y tres meses, puede instalarse la corona definitiva.
Como ya hemos visto, la corona es una parte del tratamiento. Tanto en el caso de los implantes mediante colocación de tornillo, tradicional o cigomático, como en la realización de un tratamiento de corona dental, la corona, es la pieza visible del tratamiento. Esa pieza fundamental, hace las veces de diente y cuenta con ese aspecto similar a la pieza reemplazada.
Sin embargo, aun siendo la corona, esa parte visible, cuando el odontólogo habla de tratamientos, hace una distinción entre implante dental y corona dental. Cuando se refiere al implante, hace referencia a la colocación de un tornillo; en el caso de hablar de corona dental, esta se coloca encima de la pieza existente a recuperar.
Según la gravedad o necesidad de cada pieza o paciente, el odontólogo, hablará de uno u otro tratamiento. Ambos, con resultados, sorprendentes.