Guapa por dentro, y por fuera

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Siempre he pensado que eso de sentirse bien por dentro para estar bien por fuera era una falacia porque, aunque equivocada, pensaba que una cosa era tener ansiedad o estrés (algo que teóricamente no se nota físicamente) y otra cosa es tener una piel impecable, por ejemplo. Pero tras pasar por una pequeña depresión he aprendido que estaba en un error.

Cuidarme físicamente ha sido para mí un hobby y una obsesión, me gusta mucho y no voy a dejar de hacerlo aunque hayan ciertas personas que se empeñen en llamarme superficial. Incluso durante la depresión de la que os hablo seguía cuidándome, jamás dejé de hacerlo y, sin embargo, todo el mundo notaba que no estaba igual, ni por dentro ni por fuera. Mi pelo estaba más lacio y caído que nunca, mi piel no tenía la misma textura que antes, era como si hubiera perdido vitalidad, e incluso me notaba la vista más apagada (por no hablar de ojeras y bolsas de ojos).

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Esto me demostró que eso de que para estar bien por fuera hay que estarlo antes por dentro era una verdad como un templo y empecé a cambiar ciertos tratamientos exteriores que me hacía en algunas clínicas por otro tipo de tratamientos. Por ejemplo, actualmente paso mucho tiempo en este centro de estética en Rubí, me hago circuitos corporales y terapéuticos y desde que he descubierto la medicina integrativa me siento mucho mejor.

MEDICINA INTEGRATIVA

Para aquellos que no lo sepan, la medicina integrativa es una vertiente de la medicina tradicional que combina terapias médicas formales y propinas de la medicina complementaria y alternativa para las cuales existen datos científicos de alta calidad sobre su seguridad y eficacia.

Últimamente me acuerdo mucho de una frase que leí en algún sitio que decía “No sabía qué ponerme y me puse feliz”, pues todo esto es igual. No merece la pena gastarte miles de euros en ropa, en tratamientos faciales, para adelgazar, en mascarillas para el cabello, porque si luego descuidas tu estado anímico no vas a conseguir absolutamente nada, y no lo digo por decir, no, lo digo por experiencia propia.

Hay que buscar motivos para sonreír a diario y aunque esto suene a “secta de la felicidad” no es más que un consejo de una amiga cibernética a todas aquellas personas que, como yo, han pasado por momentos difíciles y necesitan estar “guapas por dentro para ser guapas por fuera”. Pero una cosa hay que dejarla clara, no fuerces una sonrisa, eso no sirve de nada. Hay que buscar algo que te saque una sonrisa de verdad cada día, da igual si es ver gatitos, pornerte una canción que te anime… en realidad da igual lo que sea. El cambio en nuestra cada es evidente porque, cuando sonreímos de verdad, no sólo sonríe nuestra boca, sino también nuestros ojos. Y mucho más allá, la sonrisa envía al cerebro el mensaje de que todo está bien, por lo que refuerza los dos mecanismos anteriores y nos da más motivos para seguir sonriendo.

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