Adicciones fuera

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De todos es sabido que las adicciones no son nada bueno. Hace unos años solo se entendía la preocupación por el juego, por las drogas o por el alcohol, ahora se sabe que cualquier tipo de adicción puede ser realmente destructiva para nuestra salud física y mental pues, tal y como dice el refranero español, “los excesos nunca fueron buenos”. Y es que estamos en una sociedad tan propensa a las adicciones que ya podemos hablar incluso de adictos a Netflix, la plataforma de streaming, de adictos al azúcar, y como no, de adictos a los tratamientos de estética.

Podemos llamarlo narcisismo, tendencia o moda pero es muy preocupante que jóvenes de 20 años acaben llenos de agujas intentando tener un cutis perfecto, unos labios perfectos, unos pómulos perfectos y una nariz perfecta. Que una mujer o un hombre de cincuenta años decida hacerse algún tipo de tratamiento con ácido hialurónico o botox puede ser comprensible, que una joven de 20 años use cremas faciales para mantener su piel tersa y suave es comprensible, pero que esa misma joven acabe con un montón de pinchazos por su rostro ya no lo es tanto. Hablamos de veinteañeros adictos a inyectarse belleza, tan duro y simple al mismo tiempo.

La clínica de cirugía estética en Murcia Beyou Salud recibe cada año una media de edad de pacientes algo inferior a la del año anterior. Lógicamente, tratándose de profesionales, antes de aceptar la petición de ningún paciente/cliente, valoran la situación concreta, la salud del sujeto (incluyendo su salud mental), e incluso los beneficios que dicho tratamiento puede aportarle, pero hay cientos de clínicas y centros estéticos que directamente aceptan la petición que el paciente solicita, con mucha falta de ética, sin realizar a penas estudios previos.

En España, el 20% de los tratamientos con bótox y ácido hialurónico se realizan a jóvenes de entre 19 y 35 años, algo bastante alarmante viendo cómo ese porcentaje ha ido aumentando poco a poco en los últimos años, y en Estados Unidos ya hablamos del 30% del mercado.

Culpan a los medios de comunicación

Los expertos apuntan hacia la televisión, internet y otros medios de comunicación como principales causantes del problema pues, en muchísimos programas, vemos a celebrities usando este tipo de tratamientos y luego haciendo vida normal como si nada, lo que hace pensar a nuestra juventud que son tratamientos inocuos, algo muy erróneo. De hecho, los millennials ya suponen un 20-25% de los pacientes inyectables, y esta cifra va en ascenso”. No obstante, la televisión o los medios de comunicación tradicionales ya no son el único problema, sino que también lo son las redes sociales.

El “selfie” es un arma de doble filo que no sólo ha matado ya a cientos de personas por todo el mundo que intentaban conseguir la mejor foto para su perfil, sino que también promueve este tipo de tratamientos entre quienes son adictos a la autofoto.

Sabemos que el físico es muy importante en la época en la que vivimos y si lo analizamos detenidamente no debería tener nada malo el hecho de querer verse mejor, en un “selfie” o frente al espejo, el problema viene cuando se busca esa perfección inalcanzable que acaba creando enfermos y personas inconformistas.

Sólo en 2017 se realizaron 473.000 procedimientos de cirugía facial y corporal en nuestro país con una tendencia al alza que cuenta con la nueva motivación de verse mejor en los “selfies” y resto de fotografías de redes sociales. Y no vayamos ahora a demonizar, Instagram, Twitter o Facebook, porque el problema no es usar las redes, sino más bien cómo lo hacemos y en qué medida permitimos que nos condicionen.

Debemos tener en cuenta que a veces incluso los propios filtros de Snapchat e Instagram nos muestran cómo sería nuestro rostro sin imperfecciones, pecas, o arrugas, y a veces también cómo sería con labios más gruesos y ojos de distinto color al nuestro natural así que, ¿tan raro nos resulta que luego los jóvenes más influenciables quieran tener ese rostro con el que se han visto en los filtros y decidan recurrir a la medicina estética?

Los especialistas nos han confirmado que a veces son los propios pacientes quienes les muestran imágenes donde ellos mismos se han retocado sus “imperfecciones” para que luego los médicos intenten pasar ese resultado a su rostro físico.

Ahora la esperanza recaer en la era el “Me Too” en la que, sobre todo las mujeres, reivindican no ser vistas como objetos sexuales. La cirugía estética, así como los tratamientos, no tienen nada de malo cuando su uso es racional y supervisado por profesionales de la salud, el problema es cuando se convierte en adicción y en un uso inadecuado de los mismos.

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