Uno de los males que más sufrimos en nuestra sociedad actual, aparte del estrés, claro está, es el de los dolores de espalda. Casi como una epidemia se propagan entre todos, incluso entre los más jóvenes. Ya no es raro ver a un adolescente quejarse de este tipo de dolor. Y para todo esto hay modelos o rutinas de vida que lo pueden agravar o que sin embargo pueden aportar su granito de arena a la hora de que nos encontremos mejor. Y es que no es lo mismo por ejemplo estar en una oficina trabajando como administrativo que ser a lo mejor un trabajador de las empresas a las que vende su producto Aglomerados GB, que se dedican a hacer carreteras. Aunque a la larga, según cómo nos coloquemos y las posturas que adoptemos, nosotros mismos podemos provocar que la diferencia no sea mucha.
Pero para poder prevenir estos dolores vamos a daros una serie de consejos.
Principalmente, aunque muchos de los dolores tienen un origen muy prematuro, debido a malformaciones al nacer, normalmente casi todos se desarrollan por problemas que tienen lugar durante nuestra vida, bien por malas posturas o a lo mejor por algún golpe o accidente de tráfico.
Se trata de un dolor que es muy molesta, ya que nos imposibilita en tareas muy cotidianas, como es por ejemplo traernos las bolsas del supermercado o hacer la cama. Incluso es posible que suframos un doloroso tirón muscular cuando estornudemos.
Una de las mejores formas de evitar este tipo de problemas es mantener posturas correctas. Incluso aquellas en las que nosotros nos sintamos cómodos, como puede ser echados en el sofá, no quiere decir que sean las mejores para nuestra higiene postural. De hecho, la gente mayor, que está acostumbrada más a las sillas, tiene menos problemas de espalda de los jóvenes que ya han nacido con todas estas comodidades.
Cuando estemos en la oficina, delante del ordenador, es conveniente tener la espalda recta, apoyando los pies en el suelo, y que nuestro cuello no esté curvado hacia abajo, sino recto igualmente. Para tener una referencia, los ojos deberían estar mirando de frente hacia la pantalla del ordenador, sin bajar la cabeza.
Es importante también que evitemos esas posturas extrañas de cruzar las piernas o, por ejemplo, sentarnos sobre una de ellas doblada. Aparte de que es bastante perjudicial para la salud porque impide el correcto riego sanguíneo, estaremos forzando nuestra espalda a la altura de la zona lumbar.
Asimismo, es conveniente no hacer esfuerzos a la hora de levantar pesos, y agacharnos flexionando las rodillas, no doblando la espalda. Es mucho más cómodo el simplemente inclinarnos, pero a la larga notaremos las consecuencias de esto. Gestos tan simples como recoger algo del suelo, por poco que pese, deben ser hechos flexionando las rodillas. Y tareas cotidianas como hacer la cama han de llevarse a cabo con sumo cuidado para no incurrir en malas posturas a la vez que levantamos peso, por ejemplo, para embozar las sábanas.
Qué hacer cuando ya duele la espalda
Cuando ya nos duele la espalda, obviamente, lo principal es ir a un médico a que nos mire. El traumatólogo o el neurocirujano son los que más entienden en este sentido, pero si no estamos muy seguros de a dónde ir, podemos acudir al médico de familia y que este nos redireccione. Asimismo, en función del tipo de dolencia que tengamos, a veces es conveniente ir también al fisioterapeuta. Esto es bueno cuando, por ejemplo, lo que tenemos es una contractura fácilmente identificable y que sólo necesita de un poco de trabajo y masaje en esa zona para deshacerla.
Asimismo, sería importante que pudiésemos perder peso si este nos sobra, ya que así no forzaremos más la espalda. Si tenemos veinte kilos de más, será como ir transportando con nosotros un saco de esos grandes de pienso para perros de forma continua. Si este no es nuestro caso, para evitar dolores en la espalda es bueno también el fortalecer los cuádriceps. Esto se consigue haciendo sentadillas, como decía antes, flexionando las rodillas. Una forma sencilla de hacerlo es agarrarnos a la pileta del baño, frente al lavabo, y bajar sin soltarnos, sólo doblando las rodillas, dejando la espalda recta. Además, si nos gusta el deporte, tanto la bicicleta como la natación son dos disciplinas muy aptas, ya que nos ayudan a fortalecer los músculos necesarios y no tienen consecuencias sobre nuestro cuerpo, como puede ser el correr, ya que fortalece los músculos de las piernas pero también pone en jaque, a su vez, las articulaciones.