Siempre estaba cansado y fatigado. Así se pueden resumir más de 10 años de vida. Y eso es doloroso. Me daba igual el tiempo que durmiera, mi alimentación, si tomara café o no… O incluso si tratara de desconectar, ya os digo que el resultado siempre era el mismo. Me despertaba cansado, muy cansado, arrastrando mis pies hasta la cocina, donde me esperaba una cafetera que parecía tan agotada como yo.
La verdad es que al principio pensé que era estrés, luego que necesitaba vacaciones. Pero pasaban los días, las semanas, y los años, y esa sensación de fatiga no desaparecía. Y sí, fui al médico, y lo mismo de siempre. Que si era estrés, que si había pasado el covid, la verdad es que a los médicos la pandemia les vino muy bien para todo atajarlo en el virus. Fuera como fuera, siempre estaba cansado y agotado.
Hasta que un día me di cuenta de algo curioso que al principio no quería ni darlo credibilidad, aunque es cierto que ya había visto algo en Google, aunque no soy de los que me fie mucho de lo que vea en la red. Pero es cierto que cuando me iba a casa de mi hermana Ángel, o pasaba unos días en casa de amigos, me sentía mejor. Más despierto. Más yo. Y claro, yo pensaba que era porque estaba de vacaciones o de ocio. No tenía fatiga ni cansancio. Fue entonces cuando entendí que el problema no era yo. Era mi casa. Sí, como suena.
Una casa tóxica
Os cuento y os pongo en antecedentes. Mi vivienda tenía más de 40 años, de esas que ahora llaman de renta antigua, y nunca había tenido ni una sola reforma. Era oscura, con pasillos interminables, ventanas que apenas dejaban entrar la luz, y una distribución que parecía pensada para confundir al que vivía dentro. Os doy más datos. El salón, donde pasaba la mayor parte del tiempo porque teletrabajaba, era frío y desordenado. La cocina era anticuada de esas que parece que han salido de la gran serie Cuéntame Cómo paso, hacía que cocinar fuera más castigo que placer.
Y el dormitorio, pues la verdad es que no ayudaba nada a descansar. Paredes grises, armarios que chirriaban y una lámpara que apenas iluminaba. Os puedo decir en confianza que más de una chica que pasó conmigo la noche, estaba muerta de miedo.
Así que era el momento de tomar una gran decisión en mi vida. Contratar una empresa de reformas integrales para que la metieran mano a la casa de arriba abajo. Es cierto que no buscaba solo una casa bonita, lo que necesitaba una vivienda que me devolviera la energía. Y la verdad es que cuando les costé mi historia a los profesionales de Constructora BM no les extrañó. Al contrario, están acostumbrados a este tipo de situaciones y me dijeron que era habitual, que no era el único caso. Es decir, que hay casas que emiten como malas vibraciones, son tóxicas, como a veces ocurre con las personas.
Tras la reforma, el cambio fue total. Dieron un cambio y convirtieron mi antiguo laberinto en un hogar funcional, moderno y acogedor. ¿Qué hicieron? Pues tiraron tabiques innecesarios, abrieron espacios, e instalaron grandes ventanales por donde ahora entra la luz, que al final era una metáfora de mi vida, lo que yo necesitaba era luz en mi vida.
También cambiaron los viejos suelos, la iluminación, e incluso la distribución. El salón ahora es un espacio amplio y cálido, con tonos claros y materiales naturales. La cocina se integró al comedor con una isla central que invita a quedarse. Y el dormitorio… es mi refugio. Colores suaves, buena ventilación y un diseño pensado para descansar de verdad. Y sí, ahora las chicas que pasan por allí quieren volver. Y yo tampoco noto la diferencia cuando voy a casas ajenas.
Y ahora lo más importante y curioso, desde entonces, el cansancio desapareció de mi vida. No de golpe, pero sí poco a poco. Volví a sentirme enérgico y motivado. Y es en este momento cuando descubrí que una casa, puede ser más importante de lo que pensamos. Por fin, mi casa se volvió el lugar donde recupero las fuerzas, no donde las pierdo. Y esto es algo que es muy importante.
Así pues, cuando alguien me dice que se nota cansado, sin fuerzas, yo siempre le pregunto: ¿Cómo es la casa donde estás viviendo? Y le cuento mi caso para que vea que una mala elección a la hora de vivir te puede estar consumiendo.