Desde hace unos años las clínicas de cirugía estética han cotizado al alta, debido a la gran cantidad de personas que quieren modificar su cuerpo golpe de bisturí. En los países asiáticos es donde esto sucede con más habitualidad, aunque en España también estamos viendo cómo las generaciones más jóvenes están empezando a obsesionarse con la cirugía estética.
Recuerdo cuando era pequeño la cantidad de polémica que había porque una de nuestras vecinas del bloque se había realizado una rinoplastia, las vecinas (incluida mi madre) cotilleaban sobre si eso era bueno o no. Pero lo cierto es que aquella vecina sonreía como nunca cuando la veías. Lo que quiero decir con esto, es que la cirugía estética no es mala porque si ni mucho menos.
Pero lo cierto es que en los últimos años se ha creado una idea del cuerpo bastante distorsionada, debido en gran parte a las redes sociales que promocionan un tipo de cuerpo concreto a base de likes. Y también de la pornografía, que al ser tan fácil acceder a ella los más jóvenes piensan que lo normal es parecerse a los actores y actrices que salen en este tipo de películas.
Como vemos, estamos ante una situación bastante complicada, pues las generaciones más jóvenes (millennials y centenials) están tomando como normal ir al quirófano para retocarse algunas partes del cuerpo con las que no están de acuerdo. Detrás de esto encontramos diferentes problemas psicológicos, como las fobias o los complejos, que como veremos no se resuelven a golpe de bisturí.
Muchos de estos problemas se solucionan en la consulta de un psicólogo, ya que aceptarse a uno mismo es el primer paso para quererse a uno mismo. Si conoces a alguien en esta situación y deseas ayudarle con su problema, no dudes en recomendarle que acuda a un profesional. Nosotros recomendamos a la Psicóloga Marisa Hernández Torrijo de Psicólogo Zaragoza, una psicóloga con especialidad en psicología clínica, especializada en pacientes con trastornos cómo el que vamos a describir a continuación.
Los complejos se resuelven con terapia, no a golpe de bisturí
La dismorfofobia es el nombre de lo que se conoce como trastorno dismórfico corporal, que está encuadrado dentro de los trastornos somatomorfos. Literalmente, es la fobia o rechazo exagerado hacia una parte del propio cuerpo. Estamos hablando de una problemática de distorsión de la imagen corporal, por tanto, los síntomas están relacionados con la obsesión hacia una parte concreta del aspecto físico del sujeto.
La persona que lo padece siente una constante y excesiva preocupación algún defecto físico, ya sea real o imaginado. Si tal defecto físico existe en la realidad, los niveles de ansiedad experimentada son desorbitados, ya que lo perciben de un modo exagerado, pudiendo llegar a tener problemas emocionales importantes o aislamiento social. Es importante señalar que no nos referimos a un problema de autoimagen relacionado con trastornos de conducta alimentaria (como en la anorexia) o de identidad sexual (que cursa con rechazo hacia el propio cuerpo, concretamente, los genitales).
Este tipo de problemas suelen comenzar en la adolescencia, donde se dan los mayores cambios físicos y corporales, e ir disminuyendo con la edad, aunque en ocasiones puede persistir en la edad adulta.
Se ha estudiado que la dismorfofobia aparece en igual medida en hombres que en mujeres, aunque pudiera pensarse que la presión por el físico exige más al género femenino. Según la etiología, la obsesión por una parte del cuerpo, es más común entre jóvenes de clase alta, con pocos o ningún defecto físico, pero que magnifican y hacen el centro de su vida. La tendencia a una personalidad ansiosa, la baja autoestima o haber sido víctima de algún tipo de acoso o burla en la infancia, puede predisponer a padecer este tipo de problemática.
El problema es que los cambios físicos o mejoras que se producen a nivel corporal gracias a la magia de la cirugía, consiguen reducir la ansiedad momentáneamente y a corto plazo, pero al poco tiempo la obsesión vuelve a aparecer. El refuerzo con la cirugía es casi inmediato pero no se mantiene porque el problema se sostiene por distorsión corporal, insatisfacción corporal, baja autoestima… de modo que al poco, se sienten insatisfechos y vuelven a recurrir de nuevo a la intervención.