El cáncer es la segunda causa de mortalidad en el mundo. Una lacra que se ha cebado sobre la población en los últimos 150 años. Aunque se han dado pasos significativos en su tratamiento, la ciencia, a día de hoy, no ha encontrado una respuesta definitiva a la enfermedad.
Dice el doctor Juan Galcerán, presidente de Redecan, la Red Española de Registros de Cáncer, que la enfermedad se ha multiplicado en nuestro país en las últimas décadas. La razón hay que encontrarla, por un lado, en el envejecimiento de la población y, por otro, en el aumento de la exposición a factores de riesgo: el tabaco, la mala alimentación, la obesidad y otras infecciones. Se trata de un aumento de la incidencia artificial; es decir, no está producido por causas naturales. Si no más bien, por consecuencias colaterales de la acción del hombre.
Para atajar la enfermedad, los médicos del I.V.O. (Instituto Valenciano de Oncología) opinan que es necesario efectuar un tratamiento integral del cáncer. Un plan que recoja todos los aspectos de la actuación médica. Desde el diagnóstico precoz, el diagnóstico in vitro, el tratamiento de la enfermedad y los cuidados paliativos. De esta manera se le puede dar un trato más humano al enfermo, mejorar su calidad de vida y obtener un mayor índice de eficacia.
Desde luego, el cáncer continúa siendo una de las enfermedades que más preocupan al conjunto de la sociedad. Esta es la situación del cáncer en España a día de hoy.
Los cánceres más frecuentes.
Según la revista La Gaceta Médica, estos son los tipos de cáncer más frecuentes que se diagnostican en nuestro país. Los datos provienen del informe anual elaborado por la Sociedad Española de Oncología Médica (S.E.O.M.)
- Cáncer de colon. El año pasado se diagnosticaron en nuestro país más de 42.000 casos nuevos de cáncer de colon o rectal. Un tipo de cáncer que ha aumentado su incidencia en los últimos años, superando a otras modalidades como el cáncer de mama en las mujeres y el cáncer de próstata en los hombres, que solían presentar una mayor repercusión en la población. La buena noticia es que gracias a los avances tecnológicos, una detección precoz de este tipo de cáncer disminuye considerablemente su mortalidad.
- Cáncer de mama. La incidencia del cáncer de mama en nuestro país es bastante estable. Cada año se diagnostican en torno a 33.000 nuevos casos. Uno de los problemas de este cáncer es el riesgo a su reaparición una vez la enferma se ha recuperado.
- Cáncer de pulmón. Es el tercer cáncer más habitual en España. Se ha asociado históricamente al tabaquismo, pero sorprende el hecho de que una proporción considerable de los afectados ni siquiera eran fumadores pasivos.
- Cáncer de próstata. Es un cáncer que afecta a los hombres y suele ir ligado a la edad. Sin embargo, aunque el envejecimiento es un factor importante, la causa principal de su aparición sigue siendo un misterio para la medicina. Algunos oncólogos lo achacan a la mala alimentación. A una dieta donde hay una presencia excesiva de grasas saturadas. Otros ponen el punto de vista central en los factores genéticos. Sin embargo, predecir que una persona va a sufrir este cáncer o no sigue siendo bastante arriesgado.
- Cáncer de vejiga. Más de 20.000 personas son diagnosticadas cada año como enfermos de cáncer de vejiga urinaria, Un 75% de ellas son hombres. El consumo habitual de tabaco y la exposición a productos químicos industriales multiplica las posibilidades de padecerlo.
- Cáncer de riñón. A una distancia considerable respecto a los tipos de cáncer anteriores se encuentra el cáncer de riñón, el de páncreas y el cáncer de piel o melanoma. Uno de los problemas de este cáncer es que muchos enfermos no sufren ningún síntoma significativo hasta que el tumor se ha desarrollado considerablemente. Esto hace que sea difícil de detectar en sus fases tempranas y dificulta su tratamiento.
Cómo aparece.
El blog de la Clínica Mayo indica que el cáncer proviene de una mutación en el A.D.N. de las células. Este código genético contiene información precisa sobre cómo deben reproducirse las células y cómo deben actuar. Una alteración de los cromosomas puede generar que una célula sana se convierta en cancerosa.
Las mutaciones genéticas pueden ser de nacimiento o generarse a lo largo de la vida. Las mutaciones hereditarias o de nacimiento son, hoy por hoy, un pequeño porcentaje del total. La mayoría de las alteraciones cancerígenas se adquieren por hábitos adquiridos o por una exposición continuada a algún agente cancerígeno. Los factores más frecuentes son el consumo de tabaco, la radiación, los virus, las sustancias químicas cancerígenas, la obesidad, las hormonas, la inflamación crónica y la falta de ejercicio.
Al producirse una mutación genética se acelera la reproducción de células dañinas. La célula cancerígena se divide en otras células que contienen la misma mutación. Ampliando la presencia de células mutantes con una gran rapidez.
El A.D.N. de una célula normal suele contener genes supresores, cuya función es ordenar a la célula cuando debe crecer y cuando pararse. Las células con mutación suelen carecer de estos genes, por los que crecen y se concentran sin ninguna limitación.
Otros genes que suelen venir afectados por las mutaciones son los genes reparadores. Aquellos que marcan las directrices para reparar una célula. Esto es lo que hace que los tumores pasen a ser malignos. Las células ya no cumplen la función que tenía antes y resultan cada vez más invasivas.
Un entorno perjudicial.
En mi opinión, la razón de que el cáncer se haya extendido en los últimos 50 años se debe a que nos desenvolvemos en un entorno que resulta perjudicial para la salud.
Las ciudades están plagadas de contaminación. La calidad del aire que respiramos es ínfima. A pesar de todos los mecanismos de depuración de agua, la gran mayoría de nosotros consumimos agua embotellada.
Un tema importante a tener en cuenta es la alimentación. Para multiplicar la productividad en la agricultura se ha recurrido a plantar semillas transgénicas, alteradas genéticamente. El campo se trabaja con productos químicos (fertilizantes y pesticidas sintéticos). A los animales domesticados se les engorda a través de piensos artificiales y de hormonas. Todo este proceso de producción de alimentos, tan poco natural, termina en nuestros estómagos.
A esto hay que añadir el procesamiento industrial de alimentos. Antes de consumir un alimento en concreto, sobre todo si está precocinado, se le han agregado conservantes y colorantes artificiales, y algún que otro potenciador del sabor.
A pesar de que muchos de estos ingredientes químicos se ha comprobado que son cancerígenos, la industria alimentaria no renuncia a seguir utilizándolos, aunque sea en menor proporción.
Una contradicción curiosa que se da en la sociedad moderna es la relación entre el estrés y el sedentarismo. La exigencia creciente de la sociedad nos conduce a situaciones de estrés y al mismo tiempo llevamos una vida cada vez más sedentaria.
Tenemos una vida tan artificial, tan poco natural, que no es raro que nuestras células se comporten de forma extraña. Aunque un individuo puede decidir cuidarse, la responsabilidad de la alteración del entorno no nos corresponde a todos por igual. Que el 95% de los cultivos que hay en nuestro país sean transgénicos, ni tan siquiera es responsabilidad de los agricultores, sino de empresas como Monsanto. El monopolio norteamericano que produce las semillas y los fertilizantes y obliga a los campesinos a comprárselas, porque ha eliminado del mercado cualquier otra alternativa.
La necesidad de la investigación científica.
Si hay algo que va a frenar el avance del cáncer, eso va a ser la investigación científica.
Los estudios sobre los trasplantes con células madre ha permitido que en la actualidad se puedan curar casos de leucemia, linfoma y mielonoma múltiple que años atrás se daban por perdidos.
Más recientemente, se está estudiando cómo aplicar los conocimientos derivados de la producción de vacunas A.R.M. contra el COVID-19, para poder abordar el cáncer. La idea es que en un futuro no muy lejano, se pueda prevenir ciertos tipos de cáncer, mediante el suministro de vacunas A.R.M.
Se está intentando eliminar el consumo de medicamentos opiáceos para que los enfermos puedan controlar el dolor. Se están buscando técnicas de radioterapia y quimioterapia que sean menos violentas. Pero lo cierto es que aún queda mucho camino por andar.
Destinar recursos de los Estados para promover la investigación científica en pro de erradicar esta enfermedad es fundamental para mejorar la salud de la humanidad. Es un problema de voluntad política. En España se destina a la investigación del cáncer un 1,25% del P.I.B. Casi la mitad de lo que se hace en la media de la Unión Europea.
Estados Unidos invierte una media de 17,65 € por persona en la investigación del cáncer, frente a los 2,65 € que invertimos en Europa. La diferencia es que en EE.UU. la sanidad es fundamentalmente privada, y los avances en la lucha contra el cáncer se traducen en cuantiosos beneficios, mientras en Europa, gran parte de la sanidad es pública.